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Santa Marta

Javier, el manguero de la 15

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En diciembre cumple tres años de vender mango, limonada y tutifruti en el Centro Histórico de Santa Marta.

La historia de Javier Andrés es de aquellas que hay que contar para darse cuenta del significado de la vida. Con 30 años de edad este sitionuevero llegó a Santa Marta para darle a su vida un futuro mejor.

Las malas decisiones, como él afirma, se han encargado de enseñarle por qué hay que actuar con los pies en la tierra. Javier cuenta que pasó de tener fajos de billetes en los bolsillos a no tener siquiera una moneda de doscientos.

Su vida laboral empezó como capataz en una de las fincas de su padre; actividad a la que le puso fin al darse cuenta que el destino le tenía otro proyecto. Llegó a Barranquilla e inició como asistente de obra de construcción, de ahí alcanzó a ocupar asiento en las aulas de la Universidad Autónoma del Caribe, gracias a una beca dada a uno de sus tíos, la cual logró cederle.

Sin embargo, a Javier, la carrera de Administración de Empresas solo le duraría un semestre. Hoy con un tris de melancolía, recuerda mientras prepara un mango, que sus malas decisiones no le permitieron ser hoy un profesional.

En la universidad de la vida ‘el mono’ como también es llamado, trabajó en un granero.

Ahí puso en práctica lo poco que aprendió en su semestre de Universidad.

Su empuje y dedicación detrás de las vitrinas le permitió escalar y convertirse en administrador del negocio.

Después de dos años en eso, Javier llegó a tener dos tiendas de su propiedad, una en Barranquilla y otra en su natal Sitionuevo.

Se acostumbró a la plata, a la rumba y a los amigos. De esa época solo le quedan los recuerdos.

Hoy, radicado en Santa Marta y considerado el proveedor de mango número uno de ejecutivos, abogados, periodistas y demás profesionales que a diario le compran, no deja de soñar en volver a ser aquel empresario que llegó a tener más de cinco empleados.

Vive junto a su esposa y una de sus hijas en el Centro Histórico, a escasos metros del sitio en donde tiene su negocio estacionario y asegura que la vida es para vivirla bien y no con necesidad.

La vida nos enseña que las personas perseverantes, disciplinadas y con sueños por cumplir hacen una sociedad mejor.

Javier te espera en la calle quince con tercera a degustar de un mango exquisito.

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